23 de marzo de 2020
Estamos viviendo unos días, que según parece podrán ser semanas, muy duras para la población, pero también para muchos empresarios, pymes, autónomos, que, después de bregar con las pasadas crisis, estaban empezando a levantar sus empresas, siempre con gran esfuerzo y mucha dedicación.
Es verdad que dichas crisis nos hicieron más fuertes, mucho más de lo que nunca pensamos que podíamos ser, y aprendimos a adaptarnos con rapidez para poder sobrevivir.
Pero, en todo caso, lo que no se planteó o imaginábamos bajo ningún supuesto, es que la actividad económica tuviera que estar sustentada en el teletrabajo.
En 2005 iniciamos lo que entonces se denominó “informatizar” a la ciudadanía y las pymes. Esto consistía tan solo en que los más pudientes tuviéramos un ordenador y un ADSL de 10MB ¡¡Total, nada!!.
Años después, surgió lo que hemos llamado “la digitalización”, que, por mi edad, me suena a lo mismo que “informatizar”, pero con tecnologías más avanzadas, con más posibilidades y mayor rapidez.
Ahora tenemos móviles inteligentes, portátiles, fibra a 600MB y un sinfín de tecnologías que, hace apenas 15 años, nunca pensamos que pudieran ser asequibles a la inmensa mayoría de ciudadanos y empresas.
Eso sí, ni entonces ni ahora, hemos tomado conciencia de que la ciberseguridad es un factor clave para el progreso, la digitalización y el futuro. Muchas empresas tienen implantadas algunas medidas de seguridad digital, tales como antivirus o VPNs corporativas. Sin embargo, todavía existen espacios por donde el ciberdelincuente puede actuar cuando el empleado trabaja desde casa.
Es más, esta crisis va a cambiar el paradigma de la delincuencia. El estado de confinamiento ha sacado de las calles a los delincuentes tradicionales, que tampoco pueden atacar los hogares que están permanentemente ocupados, por lo que la delincuencia también se va a trasladar al mundo digital.
Lo cierto es que no estamos capacitados para teletrabajar y eso se nota cuando nos comparamos con otros países. Por ejemplo, Suecia, Islandia, Holanda o Luxemburgo tienen por encima del 20% de su población activa preparada para el teletrabajo, alguno casi llega al 30%. Nosotros estamos apenas por encima del 3%, a la altura de países como Malta, Hungría o Grecia.
Pero, tampoco estamos preparados porque no existen las condiciones para ello. Muchas empresas no están preparadas técnica ni operativamente. Ni los empleados, en un país marcado por la cultura del presentismo, que no siempre cuentan con las condiciones adecuadas para trabajar en casa.
Independientemente de esta crisis coyuntural, el teletrabajo es una medida muy positiva que deberían implantar el máximo de empresas.
Hay muchísimos beneficios del teletrabajo: reducción de costes, mejora la eficiencia, ayuda en la flexibilidad y conciliación laboral. Pero, no sólo es eso. El teletrabajo permite reducir los desplazamientos al trabajo y, en consecuencia, mejorar el medioambiente haciendo que nuestras empresas sean empresas del futuro y se adapten a los nuevos tiempos que nos van a tocar vivir.
No quiero ser agorero, ni siquiera realista, pero lo que si está claro es que si no actuamos para preparar a nuestro país para salir de una crisis como esta del Coronavirus, y se tomen medidas para que se pueda implantar el teletrabajo en las mejores condiciones, posiblemente de la próxima no nos recuperemos.
La cuestión es, ¿qué podemos hacer?
Es muy sencillo, sólo hay que mirar atrás y revisar qué iniciativas han permitido impulsar cambios importantes en la sociedad.
Por ejemplo, en 2006, siendo Director General de Fundetec, con el apoyo de TODOS los partidos políticos representados en el Congreso de los Diputados, promovimos, y se consiguió aprobar, una ley que definía el programa Hogar Conectado a Internet (HCI) que concedía incentivos fiscales a las empresas para dotar a sus empleados de equipamiento informático y conexión a internet para su uso doméstico.
Estos incentivos permitían a las empresas la aplicación de una deducción de entre el 5 y el 10% en el Impuesto sobre Sociedades, y además, estos gastos de adquisición se consideraban como formación profesional, y no retribución en especie al trabajador, por lo que estaban exentos de IRPF.
Gracias al impulso de esta ley del 2006, se consiguió que, hasta el 2014, se adjudicarán más de 800.000 programas HCI, beneficiando a esos tantos trabajadores.
¿Que pasaría si para avanzar en el teletrabajo en España, hacer que fuera más extendido y, sobre todo, más seguro, se repitiera un programa similar, en donde se incluyeran herramientas de ciberseguridad como antivirus, WIFIs seguras, VPNs, etc.?
En estos momentos ya disponemos en España de tecnología VPN por 1€/mes , WIFIs seguras desde 20€/mes o antivirus por menos de 5€/mes, muchas de ellas, además, de empresas españolas.
Teletrabajar está bien, sin duda, pero debemos considerar que los entornos empresariales tienen infinita más seguridad que los del hogar, y seguir realizando nuestro trabajo desde casa, como si estuviéramos en la oficina, requiere no solo de ordenador y banda ancha, sino también de aplicaciones que lo soporten y seguridad que proteja ese entorno del hogar como si estuviéramos en nuestros puestos de trabajo.
Además, demanda poner en marcha nuevos procedimientos y herramientas para favorecer la comunicación de forma remota, implantar nuevas metodologías de evaluación del desempeño de los empleados basadas en objetivos, así cómo entrenar a los empleados a desarrollar su trabajo sin necesidad de tener supervisión constante.
En definitiva, esta crisis debe ser una oportunidad para poner a las empresas españolas a la vanguardia de la digitalización. Si hemos estado postergando esta tarea, es el momento de que agentes sociales, empresas y administraciones cojan el toro por los cuernos e impulsen medidas que permitan acelerar este proceso para estar preparados para la nueva era que se iniciará tras superar la crisis sanitaria.
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