17 de julio de 2020
Un 17 de julio de hace 45 años la nave espacial Apolo, la joya tecnológica americana, y su gran rival, la soviética Soyuz culminaron, en plena guerra fría, el primer acoplamiento en órbita. Ese día sus comandantes, Thomas Sttaford y Alexei Leonov, intercambiaron el primer apretón de manos internacional espacial, convirtiendo el espacio en un ámbito de colaboración por encima de cualquier diferencia política que pudiera suceder en la tierra.
En un tiempo record de 3 años, políticos, ingenieros, técnicos y astronautas, superaron infinidad de retos y obstáculos y demostraron al mundo que la cooperación era posible. Supuso, además de un hito en la carrera espacial, un acontecimiento con repercusiones en la opinión pública mundial en el marco de la política de “coexistencia pacífica” entre EEUU y la URSS.
En mi imaginario infantil, más que el viaje espacial, recuerdo que los rusos y los americanos, se hubieran “hecho amigos”.
Desde entonces, hemos ido identificando nuevos retos y desafíos que, sumados a otros ya existentes, se visibilizan en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para hacer del mundo un lugar mejor.
La misión “Apolo-Soyuz”, quizás sea un claro ejemplo de la importancia de uno de dichos ODS. Concretamente el ODS 17, “Alianzas para cumplir los Objetivos” que, hasta el momento, ha sido uno de los objetivos menos desarrollados en nuestro país. Y no es un objetivo desdeñable porque, como señalan desde Naciones Unidas, “las alianzas son el factor de cohesión y el sustento indispensable para el logro de cada uno de los otros 16 objetivos restantes”.
La COVID 19 no ha hecho sino visibilizar aún más, la necesidad urgente de alianzas y colaboración entre todos los actores: los gobiernos, la sociedad civil, el mundo científico, el sector privado y el académico. Precisamente, la pandemia ha supuesto un revulsivo para muchas de estas organizaciones, sacándolas de su área de confort y enfrentándolas a una situación de emergencia en la que colaborar ha sido vital.
Por un lado, las organizaciones se han visto obligadas a trabajar de un nuevo modo, fijándose objetivos comunes, conocidos y muy concretos, estableciendo plazos cortos, con equipos muy enfocados y una ágil toma de decisiones que ha sustituido a la tradicional burocracia de muchas de ellas.
Por otro, ha sido muy positivo cómo, a pesar del confinamiento, dichas organizaciones se han abierto y han salido de sus respectivas “cajas” para acercarse a las nuevas necesidades de sus clientes, sus estudiantes, de la sociedad en general, con magníficos ejemplos de colaboración entre ellas.
Necesitamos estas alianzas estratégicas, pero ¿Cómo se puede seguir propiciando su desarrollo? ¿Cómo hacer que sean efectivas?
Sugiero 10 claves, extraídas de mis aprendizajes “espaciales”:
He podido comprobar personalmente, el impacto que pueden llegar a tener este tipo de colaboraciones. Concretamente, hablo del Proyecto Promociona, en el cual he tenido la suerte de participar. Una iniciativa que parte de una colaboración entre la CEOE y el Instituto de la Mujer, con ESADE como partner académico, cuyo objetivo es que más mujeres alcancen puestos de alta dirección en las empresas, sensibilizándolas sobre la necesidad de avanzar hacia un liderazgo compartido.
Las cifras son la prueba del éxito de esta alianza estratégica. En sus 12 ediciones (7 en España, 4 en Chile y 1 en Portugal), han formado a 834 directivas de 600 empresas, habiendo promocionado el 51% de las participantes.
De hecho, la misma alianza, ha hecho posible otra nueva iniciativa, el Proyecto Progresa, para formar mujeres profesionales con alto potencial, pero con menos experiencia. Ambos proyectos son claves en la formación del líder que el mundo necesita.
Ahora, que nos empezamos a mover en la era post-COVID-19, es esencial no perder lo avanzado. El éxito de la misión espacial “Apolo-Soyuz” no hubiera sido posible si no hubiera sido impulsada por grandes líderes. Hoy ocurre igual. De la manera en que los líderes “repiensen” sus organizaciones, visualicen el futuro y busquen alianzas estratégicas para avanzar, dependerá, no sólo la supervivencia de aquellas, sino que se logre un mundo más sostenible, más justo y más habitable para todos.
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