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Tecnología Digital. Abundancia Exponencial.

15 de septiembre de 2020

 

Si leemos los titulares de este inicio de curso dentro de la “Nueva normalidad” parece que nos estamos acercando muy rápidamente hacia un escenario de “vacas flacas”. No lo discuto, ni busco responsabilidades políticas para un fenómeno que no necesita demasiadas explicaciones: Hay consenso sobre las evidencias de que la hibernación de la economía durante el confinamiento, y las restricciones a la movilidad, ha tenido un impacto mayúsculo en el pilar del turismo tan crítico en la economía, empleo, y balanza de pagos de España, y con ello un efecto dominó en otros sectores, desde el retail minorista al inmobiliario.

¿Cómo podemos contrarrestar o mitigar esta época de escasez? Mientras llega la esperada vacuna, con Tecnología digital.

Desde el neolítico, -y posiblemente desde antes- la tecnología siempre ha generado abundancia. El fuego, la rueda, el arado, el arco de medio punto, la máquina de vapor, el acero, la electricidad, el automóvil, los procesadores, internet… todos estos descubrimientos han generado abundancia y prosperidad (otra cosa es como se hayan repartido esos beneficios entre la sociedad). La tecnología siempre nos ha permitido hacer más con menos. Y si hoy podemos alimentar a casi 8 mil millones de personas es gracias a la tecnología. Y la actual revolución de la tecnología digital, genera abundancia exponencial.

De hecho, empezamos a llamar “salida de la crisis” a lo que hace apenas unos meses llamábamos Transformación digital; Transformación que hemos visto acelerarse en pocas semanas en el mundo del ocio, y del negocio, de la educación y del comercio. Hemos visto como soluciones digitales acudían al rescate de comercios cerrados y universidades y colegios clausurados; Desde consultoras y ThinkTanks constatan que en 12 semanas hemos acelerado en transformación digital -Educación no presencial, teletrabajo, e-commerce, telemedicina…- lo que se esperaba en 4 o 5 años.

La tecnología digital nos abre la puerta a Nuevos modelos de negocio basados en la abundancia – o sin las limitaciones analógicas basadas en mover “cargas” en el espacio; Los Bytes -información en 0´s y 1´s – se genera, se comparte, se guarda y se procesa a velocidades crecientes y costes menguantes. Donde hace nada hablábamos de Megas, ahora son Gigas o Theras, y pronto serán Petas, y cada santo de prefijo supone un cambio de orden de magnitud de 3 ceros, de mil veces más. Los usuarios de algunos servicios se cuentan por centenares de millones, sin problemas de escalabilidad aparentes.

Y con ello nuevos modelos de negocio basados en ecosistemas integrados de hardware, software, datos, servicios, Cloud  que nos en-red-an, en una red de servicios gratuitos a cambio del petróleo de nuestros datos; Negocios como el de  los ecosistemas de Facebook-WhatsApp-Instagram-Messenger (y parece que próximamente Libra, su criptomoneda basada en blockchain) , o Google-Youtube-Gmail-Google Maps-Android, o el de Apple-Itunes-Iphone-Ipad-Apps , o Incluso la “tradicional” Windows-Skype-Linkedin-Azure(Cloud)  ya forman parte de nuestras vidas y rutinas diarias; U otros modelos basados en plataformas optimizadas que cruzan oferta y demanda en tiempo real para facilitar desplazamientos, alojamientos o transacciones de todo tipo. Seguro que has reconocido la “amazonificación” o “uberización” o “wallapopización” de amplios sectores de la economía, a veces disfrazada de nueva economía, fórmulas de autoempleo, y de las que me atrevo a firmar sin temor a equivocarme, eres usuario esporádico o cliente habitual.

La rápida -a veces acelerada exponencialmente- adopción por los usuarios, que como tú, ya las llevan en su móvil, está forzando a una acelerada Transformación digital de empresas e instituciones de industrias y organizaciones  que en muchos casos no tenían los procesos internos, y sobre todo la cultura para hacerlo. ¿La Cultura? Pero… ¿no estábamos hablando de tecnología? ¿En qué momento hemos saltado de tecnología a cultura? ¿De bytes a neuronas?

A estos efectos… la tecnología es un “comodity. Un facilitador que se adquiere y se activa como inversión -y una vez amortizada, se reemplaza por versiones más actuales (igual que haces con tu coche ¿o sigues utilizando aquel Seat 124, o el Simca 1000, o el R-5? – Piensa si tu tecnología corporativa pasaría la ITV-; Si tu ordenador tiene disketera, ya te digo que es momento de cambiar.

Volvamos a la cultura: Las organizaciones están integradas por personas, y son estas personas las que tienen que cambiar. Desde la perspectiva de 15 años dedicados a la Innovación, he comprobado que el mayor desafío, el mayor reto está en la transformación cultural. (Soy muy reacio a utilizar el término transformación digital, precisamente porque pone énfasis en los bytes de los chips, en lugar de las neuronas).

Toca un cambio de chip …mental, para “salir de la zona de confort”, “vencer la resistencia al cambio”, “despertar la creatividad”; Es precisamente este cambio cultural  -esa cultura que se desayuna la estrategia cada mañana, como afirmaba el gurú del management Peter Drucker- lo que supone el gran desafío para entender y aprovechar este cambio de paradigma.

¿Cómo se cambia una Cultura Corporativa? algo tan melifluo, evanescente e intangible como una cultura… para cambiar la tecnología, vas a un proveedor, una consultora y a cambio de “un módico precio” -financiable en cómodos plazos, y con subvenciones fiscales- voila! Pero… ¿ Y la cultura?. Vaya por delante que despedir a toda la plantilla y sustituirla por Milenials, hípsters, influencers  y knowmads no es una opción. Ni si quiera es una buena idea. Entonces…

Entonces es momento de participar en programas como el que desarrolla CEOE Campus junto a The Valley Digital Business School para abordar el cambio del marco de comportamientos, creencias, valores y actitudes. Que definen una cultura. Y eso SÍ que sabemos cambiarlo con la información y formación adecuadas, para dotarnos de las aptitudes y actitudes digitales necesarias.

La buena noticia es que son esas mismas personas las que, si se ilusionan, se emocionan y se motivan, se convierten en protagonistas de la transformación. Necesitan de conocimientos que mitiguen la ansiedad y recursos que neutralicen la frustración e incentivos que venzan la resistencia… En muy poco tiempo se convierten en embajadores del cambio, en lideres con visión y abanderados de la transformación. En auténticos “constructores de molinos que aprovechen los vientos del cambio” que ven oportunidades donde otros ven amenazas.

Solo los optimistas bien informados, los que creen -de verdad- que el futuro que viene es mejor que el presente, hacen lo posible por abrazarlo y hacer que suceda. En el otro lado, los pesimistas (precavidos, temerosos, los que creen que lo que viene va a ser peor), van a hacer lo imposible por evitarlo, boicotearlo y sabotearlo, convencidos de que la supervivencia les va en ello.

Ante un futuro de abundancia exponencial, derivado de la correcta aplicación de la tecnología digital ¿Cómo no ser optimista?

 

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