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Érase una vez una rosa amarilla…

19 de diciembre de 2022

 

Hoy me han contado una historia con tanto amor y cariño que no he querido dejar pasar la oportunidad de transmitirla desde otro punto de vista.

Erase una vez una rosa amarilla. Se encontraba un poco sola porque no había muchas hermanas rosas. En el entorno que vivía no le llegaba tanta luz ni agua como quisiera. Estaba perdiendo su luminosidad y quería buscar soluciones para ella y sus queridas amigas. Oyendo que existía un lugar llamado invernadero Promociona, donde llevaban 9 años rehabilitando flores, decidió trasplantarse allí en busca de recetas de curación.

Vio que había más rosas como ella, pero no sólo amarillas, de todos los colores, hasta flores de diversos tipos. Maravillosas, exóticas, brillantes y con luz propia que con gran generosidad compartieron sus experiencias y cómo crecían ellas en sus propios entornos. Las ramitas de la rosa amarilla vibraban de emoción.

Mientras tanto los cuidadores del invernadero velaron por estas flores durante 3 semanas en 3 recursos:

  • Raíz. Le hicieron ver su misión en la vida, entender su entorno cercano y más lejano. Como siendo una rosa amarilla podía ser más visible y que le llegaran más rayos de sol, y que no estaba sola en ese camino, teniendo que ayudar a otras rosas de su jardín a transmitir esos conocimientos.
  • Tallo. Le hicieron ver lo valiente que era, que con sus ganas de aprendizaje podría impactar allí dónde viviera. “Si tienes poca agua y luz, conoce donde hay más y gestiónala de manera eficiente” le dijeron.
  • Hojas y pétalos. Ten impacto en las otras rosas siendo ejemplo a seguir para ellas, aprendiendo a negociar los recursos, eleva tu voz y comunica tus necesidades, éxitos y oportunidades. Lidera tu el cambio y el de tu entorno.

 

Después de esas 3 semanas con el acompañamiento de la otras flores, la rosa amarilla fue recuperando su brillo, sus raíces se fortalecieron, y volvió a resplandecer.

Igual que hay susurradores de caballos, los hay de flores. En este caso son Aránzazu Narbona y Susana Sanchiz.

Gracias a los jardiner@s Ángel Castiñeira, Francisco Loscos, Patricia Cauqui, Xavier Mena, Luis Vives, Agustín Peralt, Alejandro Ylla Könneke, Ignacio Guitart, Marc Cortes, Xavier Ferràs, Teresa Corrales Verdugo, Antonio Moya, Eva Collado , Carolina Kindelan, Lideratu, Carlos Cortes, Julián Reyes, Joaquín Cava, Marc Correa las rosas florecieron.

Los cuidadores del invernadero desde Imanol Ortega, Asuncion Arranz, hasta nuestro querido Santiago que con tanto cariño cuidaba que no les faltara alimento en ningún momento.

Y el sueño no ha terminado, continúa con el acompañamiento de grandes profesionales hasta que la rosa amarilla alcance la explosión de colores y olores que la caracteriza.

Nunca olvidará este invernadero que con tanto amor y cariño la ha tratado.

Esta rosa amarilla os da las gracias.

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