La metodología con la que trabajamos en nuestros programas de formación se basa en un enfoque experiencial, colaborativo y eminentemente práctico, en el cual las personas que participan asumen un rol activo en su propio proceso de aprendizaje. Esta metodología se fundamenta en la premisa de que el conocimiento se construye a partir de la experiencia directa, el intercambio de saberes y la aplicación concreta en contextos reales. No se trata simplemente de recibir información, sino de vivirla, cuestionarla y reconstruirla en comunidad.
En el centro del proceso está el aprendizaje vivencial: los contenidos teóricos no se presentan como verdades abstractas, sino que emergen a partir de situaciones reales, casos prácticos y desafíos que enfrentan los propios participantes o que simulan contextos del mundo laboral. Esta inmersión en experiencias concretas permite a los alumnos relacionar la teoría con su aplicación inmediata, lo cual favorece una comprensión más profunda, significativa y duradera.
El componente colaborativo se manifiesta en dinámicas de trabajo en grupo, proyectos compartidos y espacios de reflexión conjunta, donde el conocimiento se enriquece gracias a la diversidad de miradas y trayectorias de los participantes. Esta interacción fomenta habilidades como la escucha activa, la negociación, la co-creación de soluciones y el pensamiento crítico. Además, se potencia la creación de redes de contacto que trascienden el aula, abriendo oportunidades futuras de colaboración profesional y personal.
La práctica constante es otro pilar esencial. A través de ejercicios, simulaciones, talleres, prototipos y experiencias en campo, los alumnos aprenden «haciendo», lo cual les permite adquirir habilidades técnicas y habilidades blandas de forma integrada. Se promueve la reflexión continua sobre lo vivido, a fin de extraer aprendizajes, identificar aciertos y errores, y construir marcos teóricos a partir de la práctica.
En definitiva, esta metodología transforma el aula en un laboratorio de experiencias, donde aprender implica involucrarse activamente, colaborar con otros, experimentar en primera persona y construir conocimiento desde la acción. Es un enfoque dinámico, inclusivo y conectado con la realidad, que busca formar personas competentes, críticas y comprometidas con su entorno.