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Ciberseguridad: un gran reto para España

 

El avance de la digitalización de la sociedad es un hecho más que constatado. Es un proceso imparable que nos afecta a todos: ciudadanos, empresas y Administraciones Públicas.

La especial situación sanitaria que hemos vivido los últimos meses y que, desagraciadamente, nos sigue afectando, no ha hecho más que acelerar el proceso de adaptación de la sociedad a la utilización masiva de la tecnología y la inmersión en la transformación digital de trabajos, trámites, comunicaciones, relaciones personales, etc. El auge imparable del teletrabajo, la tele-educación, el tele-diagnóstico, la tele-asistencia y todas las gestiones administrativas por Internet; son claros ejemplos de cómo nos hemos tenido que adaptar a la digitalización de forma acelerada.

Todos estos cambios suponen, por su magnitud y por la velocidad a la que se producen, importantes retos a los que debemos hacer frente como individuos y como sociedad.

Entre estos retos, uno de los más importantes es el relacionado con la seguridad, una cuestión que tenemos perfectamente definida en el entorno físico, pero que cuando nos movemos al entorno digital y empezamos a utilizar el término ciberseguridad, parece difuminarse. Es por ello que, junto con la concienciación de los usuarios, resulta imprescindible el desarrollo de un entorno digital confiable, poniendo en marcha, para ello, las herramientas necesarias, tanto a nivel técnico como normativo, que nos garanticen un entorno seguro para el desarrollo de actividades y la provisión de servicios.

 

«La digitalización no puede entenderse y no llegará a ser completa
su adopción por la sociedad sin la generación de un entorno de confianza

 

Éste es un aspecto clave para el desarrollo del comercio electrónico, de los trámites administrativos y, por supuesto, de todo lo relacionado con datos especialmente sensibles, como son los relativos a la salud, a la intimidad del individuo y a todo lo relativo a la propiedad industrial y los secretos empresariales.

Junto a estos aspectos, es especialmente relevante la ciberseguridad asociada a las infraestructuras clave del país, o al ámbito relacionado con el ciberterrorismo y la ciberdelincuencia, amenazas crecientes en el actual entorno digital.

Sin embargo, este gran desafío al que nos enfrentamos a la hora de generar un entorno digital seguro trae consigo también una gran oportunidad para España y, por ende, para las empresas españolas.

Como país, debemos ser capaces de impulsar la generación de una industria sólida en materia de ciberseguridad y ciberdefensa, con el objetivo de liderar estos procesos, estos productos y servicios a nivel europeo y poder competir en los mercados internacionales. Para ello, es preciso desarrollar programas específicos, siempre en el marco de la colaboración público-privada, atendiendo a la especial idiosincrasia del tejido empresarial español, compuesto, fundamentalmente, por Pymes, micropymes y autónomos.

España cuenta con un buen punto de partida en este sentido, siendo notables los esfuerzos que se están llevando a cabo, tanto desde el sector público como privado, por mantener una permanente actualización en materia de ciberseguridad. Para ello, se han habilitado normativas, se han creado espacios de colaboración y se están desarrollando nuevas formas de defensa ante el continuo avance y sofisticación de los ataques. La compartición de buenas prácticas y la colaboración en el desarrollo de estrategias conjuntas es fundamental en este ámbito.

Es precisamente en esa capacidad de actualización y colaboración donde reside la clave. La evolución de las tecnologías es imparable y se produce a una velocidad cada vez más vertiginosa. Hablamos, por ejemplo, de los avances en las aplicaciones de Inteligencia Artificial, el desarrollo de nuevos dispositivos y maneras de conexión, nuevas formas de organización del trabajo (teletrabajo), avances en la capacidad de computación (computación cuántica), etc. Todo ello nos plantea, al mismo tiempo, el problema y la solución a el futuro incierto hacia el que nos movemos.

 

«El reto al que se enfrenta la ciberseguridad es el de ser capaces de aplicar
todas estas tecnologías para anticipar y combatir los ataques.»

 

Uno de los últimos pasos que se han dado en España en esta línea ha sido la propuesta de la candidatura de la ciudad de León para albergar la sede del Centro Europeo de Competencia Industrial, Tecnológica y de Investigación en Ciberseguridad. Esto supone un paso al frente de nuestro país para situarnos, tanto desde el ámbito institucional como del de nuestro tejido productivo, como referente internacional.

Son muchas las características que hacen de León la capital española de la ciberseguridad. Una ubicación inmejorable para el emplazamiento de este Centro Europeo gracias al ecosistema de ciberseguridad que se ha ido construyendo desde hace años con la localización de agentes especialmente relevantes en el sector. Muestra de ello es que el 20% de los laboratorios españoles de ciberseguridad industrial se encuentran localizados en esta ciudad, así como instituciones de especial relevancia en este ámbito, como el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), el Instituto de Biotecnología y el Centro de Supercomputación de Castilla y León. Además, el emplazamiento cuenta con unos 2000 m2 de unas instalaciones envidiables, disponibles para su utilización desde enero de 2021.

Estas instalaciones cuentan, también, con unos altos estándares técnicos en términos de redes de almacenamiento de datos, telecomunicaciones de alto rendimiento y seguridad informática.

Otro hecho que resulta importante destacar, a nivel país, es que España es el primer Estado Miembro de la UE con 54 CERTS (Equipo de Respuesta ante Emergencias Informáticas), el número más alto de un Estado miembro, según ENISA, siendo, además, líderes en pruebas piloto de 5G, implementadas por empresas europeas.

Junto a ello, León dispone de unas excelentes comunicaciones, con conexiones rápidas por carretera, ferrocarril y transporte aéreo, algo que, sin duda, es un valor añadido para la candidatura.

Por tanto, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que León es una propuesta de primer nivel que cuenta con el respaldo institucional y con todo el apoyo de las organizaciones empresariales, cuya apuesta por la investigación, la innovación y la transformación digital es, a día de hoy, incuestionable. Esperemos que, en este caso, el aval técnico y logístico de esta candidatura sea suficiente para atraer este preciado centro a nuestro país.

 

Y de repente…el teletrabajo

teletrabajo

A nivel mundial, la humanidad se encuentra atravesando, actualmente, por uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas, debido a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19. En lo que se refiere a España, lamentablemente, somos uno de los países más castigados por la pandemia, hasta el punto de que la mayoría de los habitantes padecemos el confinamiento propio del Estado de Alarma.
 
No sabemos cómo será nuestra vida cuando concluya este trágico episodio de nuestra historia, pero sí sabemos cómo es a día de hoy, y podemos extraer importantes conclusiones.
 
Es cierto que hay muchas personas que siguen desarrollando su actividad laboral fuera de sus casas. Son aquéllos a los que el resto de ciudadanos llamamos héroes, y me refiero a los sanitarios, a las Fuerzas de Seguridad del Estado, a las personas que hacen posible que podamos proveernos de los elementos esenciales, a los guardias de seguridad, a los profesionales de la mensajería, a los encargados de la limpieza y mantenimiento, etc. Dicho esto, pido perdón por anticipado, por si me he olvidado de alguno de esos “colectivos de héroes anónimos” a los que aplaudimos todos los días desde nuestras ventanas.
 
El resto de trabajadores, al margen de los que intermitentemente han podido trabajar en la industria, la construcción y el transporte; nos hemos tenido que adaptar a una modalidad de trabajo que muchos no habíamos desarrollado de manera continua. Me estoy refiriendo, como no podía ser de otra manera, al trabajo a distancia o teletrabajo.
 
No puedo conocer el nivel de actividad o la productividad de todos los trabajadores que están realizando sus tareas desde casa, tan sólo puedo constatar el trabajo desarrollado por las personas de mi entorno laboral, más o menos reducido, en relación con los miles de personas que están en la misma situación en nuestro país; pero la conclusión a la que llegamos todos es la misma: la experiencia con el teletrabajo ha sido un éxito.
 
Sería imprudente asegurar que las personas con las que me he relacionado durante estas semanas de confinamiento son las más trabajadoras y eficientes de este país, pero si extrapolamos este nivel de actividad al resto de España, el trabajo a distancia nos lleva a un nivel de productividad más alto del esperado, aunque habrá que realizar un análisis a posteriori para confirmar, con datos, lo que hoy son buenas sensaciones.
 
Bien es cierto que los españoles solemos responder de una manera especialmente positiva a los avatares más negativos del destino, pero esta experiencia bien podría sentar las bases para incrementar la confianza de las empresas en esta modalidad de trabajo.
 
No debemos olvidar que el trabajo a distancia ha sido posible por la magnífica red de telecomunicaciones de la que disfrutamos en España, con un despliegue de fibra óptica mayor del que tienen instalados Francia, Alemania, Reino Unido e Italia juntos.
 
Las redes han podido con la sobrecarga de datos que ha transitado constantemente por nuestro país durante estas semanas, no sólo debido a las comunicaciones por vídeo o voz profesionales, que han sido muy numerosas, sino también por el incremento de las comunicaciones de carácter privado entre los cientos de miles de personas que estaban en sus hogares y que, por distintas situaciones, no tenían que desarrollar una actividad laboral. Estas personas, con más tiempo disponible y una lógica preocupación por sus familiares y amigos, también han intensificado sus comunicaciones, de todo tipo, con sus seres queridos, y podemos concluir que tanto la tecnología como las redes han respondido de una manera brillante.
 
Hasta en los momentos más duros y dramáticos podemos encontrar elementos positivos.
 
En ocasiones trato de parar un momento en la intensa actividad de estos días y reflexionar sobre el papel que está jugando la tecnología y las comunicaciones. Y trato de ser consciente también del enorme potencial tecnológico que llevamos en nuestros bolsillos, con verdaderos ordenadores capaces de realizar múltiples actividades hasta hace poco inverosímiles.
 
Y me da también por pensar cómo habría sido esta situación tan trágica para nuestra sociedad en los años 90. Me pregunto cómo habría sido todo esto sin el uso generalizado del correo electrónico, sin la posibilidad de remitir miles de datos en segundos, sin videollamadas, sin Internet, sin las comunicaciones móviles…A buen seguro que todo habría sido mucho más difícil, tanto en términos de productividad laboral como de entretenimiento.
 
Se podría decir que la respuesta de la sociedad y la tecnología son las lecturas positivas de este drama que nos está tocando vivir.
 
Pero también en estos días me acuerdo de todas esas personas que no tienen acceso a Internet o a otras comunicaciones a distancia, ya sea por falta de medios o por falta de formación. Hablamos de más cuatro millones de personas que no tienen acceso a Internet en España y que tienen mucho más difícil realizar gestiones con la Administración, recibir notificaciones, continuar con su ciclo formativo, o, incluso, hacer la compra online.
 
La tecnología y las comunicaciones móviles han sido nuestros grandes aliados en la crisis sanitaria que padecemos. Lamentablemente, hay una parte importante de la sociedad que no ha podido beneficiarse de ello.
 
En lo que respecta a la actividad laboral, recientemente, el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información (ONTSI) ha publicado el Dossier de indicadores sobre uso del teletrabajo y trabajo en movilidad en España y Europa, que recoge los principales datos de la encuesta de uso de las TIC y el Comercio Electrónico en empresas, para el año 2019, y la encuesta de uso de las TIC en hogares del INE y Eurostat del año 2018. Este Informe refleja el nivel de preparación de las empresas españolas y el nivel de adopción del teletrabajo en España antes de la crisis del COVID-19.
 
Los principales resultados de este Informe, siempre tratando esta información de manera muy resumida, indican que España se encuentra muy ligeramente por encima de la media europea en lo que se refiere a proporcionar a algunos de sus empleados dispositivos portátiles con una conexión móvil a Internet para su uso empresarial. Como parece lógico, el porcentaje es mayor en las grandes empresas que en las pequeñas.
 
En lo que se refiere al uso del teletrabajo propiamente dicho, el Informe revela que el 19% de los españoles y el 21% de los europeos teletrabajaron, al menos una vez, en 2018. Entre las grandes economías europeas, destaca Reino Unido, con un porcentaje del 33%.
 
Si analizamos la frecuencia del teletrabajo, el 6% de los trabajadores españoles trabajaron todos los días o casi todos los días mediante la modalidad de teletrabajo, coincidiendo este valor con la media de la UE 28 y con Alemania. En el caso del Reino Unido (9%) y Francia (8%) la frecuencia de teletrabajo fue mayor, según los datos disponibles del año 2018.
 
Habrá que ver cómo el confinamiento en los hogares que estamos viviendo debido al COVID-19 puede influir en la forma de trabajar de los españoles en el futuro, sobre todo, si se alarga la problemática sanitaria. Y será, desde luego, muy interesante, conocer los datos del próximo Informe del ONTSI relacionado con el teletrabajo, donde ya se reflejen los resultados de la etapa post coronavirus.

 
En resumen, teniendo en consideración lo mucho que nos está ayudando la tecnología y la digitalización en estos duros momentos, resulta imprescindible hacer un mayor esfuerzo por digitalizar España y, por ello, las propuestas que incorpora el Plan Digital 2025, elaborado por la Comisión de Sociedad Digital de CEOE, son, en estos momentos, más oportunas y necesarias que nunca.