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Alimentación sana como rescate de nuestro organismo

 

¿Puede la alimentación prevenir enfermedades, o infecciones, como la COVID 19?

El estilo de vida saludable refuerza nuestro sistema inmunitario. Nadie duda ya de eso. El sistema inmunitario es una realidad muy compleja y en su buen funcionamiento influyen factores genéticos, la edad, las enfermedades preexistentes…, aspectos todos ellos que no podemos modificar, pero la BUENA NOTICIA es que una alimentación sana y una actividad física básica está a nuestro alcance y son unas herramienta muy potente para modular los factores negativos si los hubiere, y contrarrestarlos

Pero, ¿Cuál es la dieta saludable?.  Evidentemente, en un mundo en el que nos hemos dado cuenta que personalizar es el secreto de “dar en la diana” no podemos caer en la simpleza de dar una norma uniforme de dieta saludable.

Pero sin embargo, sí podemos, con el conocimiento acumulado hasta ahora, afirmar con rotundidad que el patrón de dieta mediterránea es el mejor para prevenir las enfermedades más prevalentes, algunos cánceres, y, además de tener muchos otros beneficios sobre el estado de ánimo, los procesos cognitivos, el mejor control del peso…, su cumplimiento se asocia con menor mortalidad por todas las causas, que es lo mismo que decir que prolonga la vida.

Patrón mediterráneo supone diversidad de alimentos procedentes de la tierra, poco o nada procesados, abundancia de frutas, verduras y hortalizas , cereales integrales, frutos secos, lácteos fermentados, pescados naturales, conserva o salazón, condimentos naturales, aceite de oliva virgen extra para aliño y cocción…; huir de alimentos muy procesados, de snacks, bollería industrial, y de un exceso de carne y cárnicos… y ser frugales para no acumular grasa. Todo esto, adaptado a cada persona, finalmente redunda en una enormidad de posibilidades culinarias y menús sabrosos en los que la gastronomía española es riquísima

Nunca como desde esta traumática experiencia se ha puesto la SALUD y el AUTOCUIDADO tan en primera línea. Nos hemos hecho conscientes de nuestra vulnerabilidad, y de lo importante de sacar y proveerse de lo mejor para poder hacer frente con energía a una etapa difícil y a posibles adversidades. Los nutrientes esenciales se encuentran en esos alimentos naturales: selenio, zinc, magnesio, vitamina D, beta carotenos, vitaminas E y B y otros antioxidantes no vitamínicos, pero que pueden suplementarse por períodos cortos si atravesamos un percance de salud.

A veces ingerimos gran cantidad de calorías… procedentes de alimentos muy energéticos, pero pobres en nutrientes, y eso crea un desequilibrio que a la larga puede producirnos un déficit relativo de unos nutrientes que han quedado escasos por la abrumadora tarea de metabolizar tanta caloría sobrante. Esta nueva etapa debe invertir la situación: calorías controladas y alimentos con gran densidad nutricional, para que nuestra maquinaria metabólica no esté sobrecargada, y tengamos nutrientes suficientes para afrontar cualquier proceso inesperado. Esta forma de sanear la alimentación sin olvidar el placer de comer contribuye mucho a mejorar el rendimiento, el sueño reparador y el sosiego emocional

Pero hablar de SALUD y AUTOCUIDADO es imposible sin vincularlo a la naturaleza. De ella nos vienen los nutrientes y de su conservación y calidad depende nuestro bienestar. De hecho, nuestro organismo, especialmente el aparato digestivo, está poblado de microorganismos medioambientales saludables, que cohabitan con nosotros contribuyendo a la salud, previniendo enfermedades. Me refiero a la MICROBIOTA, verdadero órgano constituido por millones y millones de bacterias, virus, levaduras… cuya composición y funcionamiento interviene decisivamente en infinidad de procesos como la diabetes, las enfermedades inflamatorias, la obesidad, el deterioro cognitivo… y muchísimas más. Es tanta la evidencia del papel que desempeña este “bosque interior” que los científicos están volcados en conocerlo más y mejor, así como en identificar su interacción con nuestros órganos. Como ejemplo, valga decir que es tal la relación entre microbiota, estado anímico, plasticidad neuronal, nivel cognitivo… que ya se ha denominado al intestino como “el segundo cerebro”

Y aquí viene la segunda BUENA NOTICIA:  nuestra contribución es decisiva para mantener una MICROBIOTA SANA Y BENEFICIOSA:  Por un lado, llevar una alimentación adecuada con un patrón mediterráneo rico en fibra procedente de verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales así como de productos fermentados como los lácteos e incluso el pan natural, es positivo. Algunos ingredientes artificiales de alimentos muy procesados alteran la flora intestinal, como también lo hacen los antibióticos, la falta de sueño y el estrés. Y por otro lado, dado que son bacterias medioambientales, que se dañan y desaparecen con la contaminación, algunos pesticidas, el exceso de antibióticos en aguas residuales, la perdida de diversidad vegetal, et, son urgentes nuestras acciones de protección del medio ambiente porque influyen directamente en nuestra salud. ¡Estamos íntimamente conectados!

 

El liderazgo de hoy

 

La recuperación de una organización pasa por la recuperación de las personas que la conforman.

Llevábamos mucho tiempo hablando sobre la transformación en las organizaciones. Años hablando de época de cambios, de entornos VUCA, de transformación digital y organizacional. Y sin embargo, ha sido un bicho microscópico el que nos ha traído un cambio más profundo en menos tiempo.

Este virus ha hecho que las organizaciones nos hayamos tenido que adaptar en tiempo record a situaciones y realidades totalmente diferentes.

Este no es un momento fácil para ninguna organización. Todas absolutamente todas, no importa el sector – no importa el sector, no importa el tamaño- están sufriendo y van a sufrir de una manera o de otra. Y hay un factor que hoy día es el más relevante a la hora de que salgan adelante: las personas que la conforman.

Nunca como ahora ha sido más necesario colocar a las personas en el centro. Nunca como ahora ha sido preciso entender que, independientemente de la organización, independientemente de la situación en la que esté, su recuperación va a pasar por la recuperación de las personas que la integran.

Las organizaciones no son las mismas. Ni las prioridades tampoco. Hay cosas que han cambiado de nuestra forma de trabajar para siempre.

Han cambiado más cosas de las que pensamos. La forma de trabajar de las empresas está cambiando desde lo más cotidiano que estamos viviendo, como el teletrabajo, hasta la realidad de gestionar equipos cada vez más diversos y separados por una distancia física cada vez mayor, o la implementación de tecnologías y de metodologías como las metodologías Agile o Lean, en las que estamos implicando de manera individual a muchas personas de una forma transversal en la empresa.

Todos estos cambios nos demuestran que las barreras no estaban tanto en la metodología o en la tecnología, sino en las personas. En las personas que tenían que sentían inseguridad ante el cambio, incertidumbre frente al desconocimiento y necesidad de formación para no sentirse amenazadas. Y esos son los elementos más importantes de la implementación de un nuevo modelo de gestión de las personas.

Todos estos cambios hacen más compleja la forma de gestionar equipos, pero también la hacen más apasionante. La gestión de esos equipos, y su motivación y compromiso con el proyecto y la organización han variado, y es importante gestionarlo con las nuevas herramientas y no cometer los errores del pasado

Llevamos años investigando sobre las necesidades del consumidor, sobre el comportamiento del comprador, de nuestro cliente externo. Pero hemos trabajado muy poco el conocimiento de la gente más importante que tenemos: los que crean los productos, los servicios que ofrecemos a sus consumidores, los que consiguen a esos compradores. En un ratio de uno a mil es como nos hemos ocupado de ellos en comparación con la dedicación a los consumidores. Hoy más que nunca es fundamental para cualquier empresa que quiera salir adelante y superar esta situación poner el foco en el cliente interno.

La situación que vivimos actualmente nos está poniendo frente a un nuevo reto: el reto de escuchar, más que nunca, a las personas que están con nosotros. A esas personas que están atravesando una de las situaciones más complejas a las que nos hemos tenido que enfrentar. Preocuparnos por nuestra gente, por esas personas que cada día crean nuestro proyecto es, hoy día, la mejor manera de salir adelante. Y la mejor manera de conseguir que esas personas se sientan orgullosas del lugar donde trabajan, que se sientan comprometidas, que quieran sumar, luchar, que se ilusionen por sacar adelante nuestro proyecto independientemente de la situación en la que estemos, es mediante el liderazgo.

Liderazgo. Esa palabra tan manida pero que engloba tantas cosas. Porque el liderazgo bien entendido es el que habla desde la honestidad, la transparencia, la empatía y la auténtica preocupación.

Ese liderazgo que revela nuestra esencia, nuestras emociones, nuestros intereses, nuestras preocupaciones.

Porque el liderazgo de verdad, el bueno, y el que más falta va a hacer en estos momentos es el que sabe escuchar más que hablar, entender y comprender más que imponer. El que se ocupa y da ejemplo, pero sobre todo se preocupa.

El que trabaja con la persona en el plano individual y el que trabaja en el plano organizacional a través del propósito y la cultura, dos áreas fundamentales en la organización

Aquel que es capaz de enganchar, de acrecentar el sentimiento de orgullo, de hacer que las personas se sientan parte, el que emociona y con el que uno se siente identificado. Ese es el liderazgo relevante y el que de verdad deja huella.

Es ese el que va a conseguir que muchas de las personas que hoy tienen que construir el futuro de las organizaciones sean capaces de verse representadas, de verse escuchadas, y de verse entendidas. Solo desde ese liderazgo seremos capaces de impactar en una organización como nunca lo hemos hecho.