El Buen Gobierno Corporativo ya desde su formulación originaria a través del Informe Cadbury en el lejano 1992, se ha definido como «un conjunto de reglas, recomendaciones, instituciones, procedimientos y criterios que garantizan una gestión transparente y responsable de las empresas (cotizadas)». Dichas reglas y recomendaciones se centran en el modelo de toma de decisiones en la gestión y en las relaciones entre los socios o accionistas, el órgano de gobierno, la estructura directiva y las distintas partes interesadas o grupos de interés (stakeholders) en una sociedad mercantil. Su objetivo es la sostenibilidad a largo plazo y se orienta hacia la creación de valor en la compañía.
En el actual contexto económico y empresarial no cabe duda alguna de que el Buen Gobierno Corporativo es un pilar esencial para el crecimiento y la consolidación de las pequeñas y medianas empresas (pymes) y no solo las sociedades cotizadas. Aunque históricamente asociado a grandes corporaciones y empresas cotizadas y asimiladas, este conjunto de prácticas y principios tiene un impacto directo en la sostenibilidad, la confianza de los stakeholders y la competitividad, también de las pymes, y, en general, de cualquier actividad empresarial, aun cuando no esté sometida a una regulación propias de entidades cotizadas o asimiladas.
Para las pymes, el Buen Gobierno Corporativo tradicionalmente postergado por otros objetivos más de negocio e inmediatos, implica establecer una estructura clara de roles y responsabilidades, fomentar la transparencia en la toma de decisiones y garantizar un adecuado control interno y gestión de riesgos. Estas prácticas fortalecen la profesionalización de la estructura corporativa en unos modelos empresariales en el que el negocio suele haber evolucionado de una forma más intensa que dicha estructura. La implementación de estas prácticas, protocolos y procesos permite, además, impulsar y reforzar la confianza de inversores, clientes y empleados, aumentar el valor de la compañía y prepararla para hitos o retos esenciales de su evolución, de tal manera que lejos de un gasto superfluo es una inversión en valor y sostenibilidad de la actividad empresarial.
Dichos hitos son múltiples, desde una sucesión familiar, hasta un proceso destinado a la captación de financiación o inversión, acudiendo a los mercados o a entidades financieras o de crédito que valoran empresas con prácticas sólidas de gobierno que reflejan una gestión responsable y un menor riesgo.
Asimismo, el buen gobierno promueve la planificación estratégica, lo que permite a las pymes anticiparse a desafíos y adaptarse a los cambios del mercado. Esto resulta crucial en entornos económicos competitivos y en constante transformación. También fomenta la sostenibilidad a largo plazo al priorizar la ética empresarial, el cumplimiento normativo y la gestión responsable de los recursos.
En un contexto económico y empresarial donde las pymes enfrentan crecientes desafíos, desde la globalización y la sostenibilidad hasta la digitalización o la incorporación a sus modelos de negocio de la inteligencia artificial, implementar buenas prácticas de gobierno corporativo les permite profesionalizar su gestión, controlar adecuadamente los riesgos, atraer talento, aumentar su reputación y consolidar su posición en el mercado.
Un modelo de Buen Gobierno Corporativo, apoyado en la necesaria adaptación a la realidad empresarial concreta de que se trate sobre la base del principio cumplir o explicar, debe incluir un conjunto de prácticas y principios de actuación de sus órganos de gobierno (Junta y órgano de administración) basados no sólo en el cumplimiento de la Ley, sino en los mejores estándares y prácticas de gobernanza y buen gobierno adaptados a cada empresa, una efectiva ejecución y trazabilidad de los mismos, un adecuado sistema de autoevaluación y reporte y una formación continua de consejos de administración, administradores sociales y equipos directivos. En una época de protocolos, procesos, gestión de riesgos y cumplimiento normativo, el objetivo de la pequeña y mediana empresa debe ser incorporar una auténtica cultura de buen gobierno a los órganos sociales de la compañía y sus equipos directivos, efectivamente implementada y adaptada a cada estructura, de modo que permita impulsar corporaciones sostenibles en el medio y largo plazo y con un propósito claro y definido.
Desde esta perspectiva y en el actual contexto social, económico y competitivo, el Buen Gobierno Corporativo ha dejado de ser un elemento exótico y ajeno a la vida de la pyme y, así entendido, se presenta como una herramienta imprescindible para que las pymes afronten con garantía de éxito sus retos de crecimiento y evolución, conduciéndose para la consecución de su propósito empresarial.